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TERTULIA DE LAS ARENAS

Adiós a Cuba

Adiós a Cuba Margarita nos envía desde París un artículo de Alain Joubert, publicado en la revista francesa “La quinzaine littéraire”, sobre "Adiós a mamá", obra del escritor cubano Reinaldo Arenas. La traducción al español es de Mª Ángeles Garrido.

 

Adiós a Cuba
por Alain Joubert

“Escucho aún la voz de Arenas verde y cadenciosa, líquida y afrutada. En la maleza, delante de la inmensidad del mar azul que era nuestra esperanza, que nos llevaría lejos; en el medio de una nube de polvo sobre un camino perdido y quemado por el sol, a la sombra de un almendro en flor, sobre unas rocas húmedas e incómodas, e incluso en un autobús”

Esta cita está extraida del texto de Juan Abreu que llegó a custodiar una colección de ocho novelas escritas en La Habana, Miami y Nueva York por su amigo y cómplice Reinaldo Arenas, entre 1963 y 1987, colección que las Ediciones Mille et une nuits han tenido la buena idea de reeditar, quince años después de la primera aparición de la Serpiente de plumas.

Abreu hace aquí alusión a estos reencuentros clandestinos, en el Parque Lenin de La Habana, donde Arenas huía, entonces de las fuerzas castristas -que acabarían un día por atraparlo- y leía, para algunos amigos, sus últimos textos de una escritura lujuriosa y rebelde, hilarante, dramática y surreal, es decir, libre.

El pintor Jorge Camacho que con Margarita, su compañera, llegó a sacar de Cuba los primeros manuscritos de su amigo Reinaldo Arenas, ha elegido ilustrar la portada de este libro con un detalle de su cuadro La Mante, esto no es evidentemente por azar. Esta “mante” es también la mamá de Arenas, esta isla de Cuba que les devora literalmente la memoria, mientras que no termina de reventar bajo la barbarie totalitaria del dictador Castro, el castrador máximo. No sin espantosas peripecias, Arenas terminará por salir de la trampa tropical -sus novelas están prohibidas y su homosexualidad perseguida- para acabar sus días en Nueva York donde le espera el SIDA, y se dará muerte en noviembre de 1990, sin ser jamás integrado en el sueño americano, pero no sin haber denunciado una última vez a su irreductible enemigo, Fidel Castro, en una conmovedora carta de despedida: “El sufrimiento del exilio, el dolor de la expatriación, la soledad y las enfermedades que yo he podido contraer exiliado, no las habría ciertamente padecido si hubiera podido vivir en libertad en mi país(…) Cuba será libre, yo lo soy ya”

No vayan sin embargo a creer que las novelas aquí reunidas se reducen a un discurso político que disminuiría el aporte poético esencial: Revelar lo real, la terrible realidad, la que está por debajo de la realidad cotidiana, la que vive con nosotros y nos pide manifestarse en la creación a través de la imaginación furiosa, a través de la alegría de la escritura, a través de la libertad del tono. Así en el texto titulado “Pasa algo sobre el último balcón” se puede leer esto: “El balcón está ahí por un momento lleno de millares de ideas de todas dimensiones que con sus alas membranosas rozaban al hombre, lo elevaban y lo depositaban de nuevo en la tierra.” Yo veo ahí un bello ejemplo del telescopio surrealista donde las ideas -muy materiales- manejan al hombre como a una coctelera, a fin de sacar un alcohol fuerte de todas las sutiles mezclas que lo componen.

La novela “Adiós a mamá “ que da su título a la colección, ilustra también perfectamente lo que distingue a Arenas del “delirio” latino-americano al que el gran público internacional es tan sensible. Él no es un “fantástico” gratuito e inútil que inunda su prosa sólo de suntuosas notas poéticas sino que la llena también de una violencia imperturbable, rigurosa en su desarrollo alucinante, hilarante en su enormidad absoluta; está decididamente del lado de Lautrèamont más que del de García Márquez, ese caniche de Castro. Ejemplo: cuando el narrador dice a una de sus cuatro hermanas que “mamá ha muerto”, él comienza por velar el cuerpo en su compañía, hasta que la descomposición comienza a hacer su obra, entonces observa que “ha llegado el momento de enterrarla”. Desde este momento, el texto bascula hacia un humor negro insensato, las cuatro hermanas furiosas se empeñan en conservarla

¿Cómo es posible concebir una atrocidad semejante? ¡Enterrar a su madre! ¡Ahora que ella está más próxima a nosotros que nunca. Ahora que nos podemos quedar a su lado de día y de noche. Ahora que ella está más bella que nunca! Y si el narrador insiste “Usted no siente pues, estas hediondeces y estas moscas?”, él se ve también contrariado por un decisivo “¿Cómo puedes decir que mamá, que nuestra madre, apesta?” Las moscas, las ratas, las cucarachas y los gusanos van entonces a entrar en escena, cada uno a su turno, lo que proporcionará al narrador la ocasión de una clase de discurso de un pasmoso lirismo humoroso, el cual nos evoca al de Jean Genet, en Les Paravents. Tomemos la parte de las moscas, por ejemplo. Genet (engancha diferentes elementos del diálogo) : ¡“Si llegamos tarde no habrá moscas! Cadáver sin moscas, siniestro cadáver. Las moscas se han ido…del duelo(…) Habrá moscas…yo las escucho por aquí. El sol se pone, pero ellas, a pesar de todo, seguirán estando allí, como una bandera negra(…) Las moscas me conocen, yo también las conozco, las conozco a todas por su nombre…” Arenas, ahora: “Nosotras somos las moscas/ escrupulosas y encantadoras/ Venid y adorarnos(…) nosotras nos posamos/tanto en el culo de una reina/ como sobre la nariz de un dictador/ como sobre el pecho abierto de un héroe/ como sobre la cabeza estallada de un suicida(…) Ved con que encanto danzamos, escudriñamos, fornicamos sobre las tumbas de los dioses más antiguos(…) Citadme a un degollamiento, a un fusilamiento, a unos funerales, a una catástrofe, a una hecatombe, en fin, a una cosa digna de ser evocada en la cual no hayamos participado.”… Se ve que el territorio común de la poesía y el humor negro es utilizado frecuentemente.

Sí “Adiós a mamá” es ciertamente el texto más emblemático de la obra de Arenas, es menos una alegoría de la Revolución devorando a sus propios hijos (todos se verán afectados) que una metáfora del colmo de la aversión que el autor reserva a la misma isla de Cuba, culpable a sus ojos de demorar, sumisa, la infamia, lo que retira la posibilidad de retornar algún día; así en el texto “Final de un cuento”, dirigiéndose a su doble, va a operar una improbable fusión entre La Habana de su juventud y el Nueva York de su exilio en una sola y terrible capital de la desgracia, de esta desgracia que él rechaza con violencia, para no tener que llorar por la alegría de vivir que él no llegará a conocer nunca: “Tú me entiendes bien: soy yo quien ha triunfado, porque yo he sobrevivido y sobreviviré. Porque mi odio es más grande que mi nostalgia. Mucho más grande, mucho más grande.”

En el texto que abre el volumen, “El Traidor”, Arenas imagina un “después de Castro” donde una madre expone todas las razones que han llevado a su hijo, aplastado por el régimen, a convertirse en un hombre común “modelo revolucionario” -a los ojos del poder– lo que a fuerza de “aparentar ser como todo el mundo”, le conducirá al patíbulo por exceso de celo, caído el dictador. Una vez más…la madre…

La torre de cristal, ¡verdadero cuento surrealista, nos muestra que los personajes inventados por el protagonista narrador, seguros de su presencia interna, se encarnan poco a poco en el marco de una velada mundana, hasta el punto de modelar el comportamiento de los invitados y de desaparecer en su compañía, abandonando al autor, sólo, en el desierto, en compañía de una perra! También se puede descubrir ahí como transforma la Casa de Bernarda Alba en un burdel internacional con la complicidad del Cometa Haley, título de uno de sus textos. Y más…

Existe una extrema modernidad en Reinaldo Arenas, la cual no ha sido aún apreciada en su justo valor, en Francia al menos. La fusión de estos estilos que él practica con gusto, donde la narración novelesca, la escritura poética, la inventiva y la rabiosa ironía, se suceden, se mezclan, se superponen con una formidable energía, que da a toda su obra un carácter único que no cuadra ni con la inexpugnable fortaleza del racionalismo, ni con la tolerancia anodina a fuerza de complacencia. ¡Descubrid a Arenas, si no lo habéis hecho aún!


Reinaldo Arenas

ADIOS A MAMÁ

Novela trad. del español por Liliana Asno

Postfacio de Juan Abreu

Trad.de Aline Schulman

Ed. Mille et une nuits, 144 p., 12€

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